Y todo ¿para qué? No se puede vivir en el mañana, la vida es hoy y nunca sabes qué va a pasar... Hubo una época en que me aterrorizaba pensar que si ahora me atropellara un coche, lo que llevo de existencia no habría servido para nada, todo el estudio, los agobios, los "debería", las obligaciones... Si miro atrás, siento orgullo de algunas metas alcanzadas, sí, pero ¿es suficiente? Si mi vida acabara ahora, ¿pensaría que ha sido una vida completa? La respuesta es que no.
Estoy harta de crear siempre tantas expectativas y de tener que sufrir muchas veces para cumplir lo que los demás esperan de mí. No sé cómo otros pueden. Yo ya no puedo más. No quiero seguir obteniendo buenos resultados en los estudios a costa de suspender la asignatura más importante, que es ser feliz. Y la satisfacción, la felicidad de una buena nota, ya está desgastada; después de 25 años ya no hace efecto.
Tengo que aprender que mi valía no se mide sólo por los resultados académicos. Y que antes de dejarse la piel en algo hay que plantearse si merece la pena. Está bien querer cumplir objetivos, sí, pero no a cualquier precio. No a estas alturas. No cuando he comprobado que, por mucho esfuerzo que se haga, siempre hay factores externos que no podemos controlar, y que pueden acabar derrumbando todo el castillo que habíamos construido. Y el sudor y lágrimas entonces no valen para nada. Sólo para recordarte que no fuiste feliz por el camino y tampoco lo has sido al llegar a la meta.
En fin, que le podría dar más vueltas al asunto, pero al final el resumen es que acabo de descubrir lo que la sabiduría popular (sin duda, la más sabia) lleva diciéndonos desde siempre: "Hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar".
1 comentario:
me acordé de este blog y volví a entrar a ver que se cocía... y me encuentro con este PE-DA-ZO de post que casi me pone la carne de gallina... OLE TUS SANTOS OVARIOS COÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑÑJAKLSDJFÑALSF
Mil muas desde más al norte,
Bruno.
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