domingo, 4 de febrero de 2018

Hagas lo que hagas con tus hijos, lo harás mal

Estamos bastante acostumbrados a que los demás opinen sobre nuestras vidas y, en general, uno aprende a vivir con ello, escuchar algunos consejos, desechar otros y tomar sus propias decisiones.

Pues no sabemos muy bien por qué, pero este entrometimiento puede llegar a niveles sorprendentes cuando tienes un hijo. Sí, así es. Si me lo hubieran dicho antes de ser madre, no me lo habría creído... Y, sin embargo, parece que es algo habitual y nos pasa a todas. Una amiga me dijo un día que "no se tiene suegra hasta que se tienen hijos" y le doy toda la razón.

Y que tu familia se meta en tu vida, bueno, es algo que te esperas. Pero que el personal sanitario, especialmente las matronas, pase de las recomendaciones al machaque psicológico, eso no lo vi venir.

Pero sí, todo el mundo parece saber mejor que tú cómo tienes que criar a tu hijo, especialmente si eres primeriza. Hagas lo que hagas, lo vas a hacer mal. Y, en condiciones normales, escuchas algunos consejos, desechas otros y tomas tus propias decisiones, pero amiga, después de parir no estás en condiciones normales. Tienes las hormonas completamente revolucionadas, te emocionas por absolutamente todo, te preocupas por absolutamente todo y lo único que quieres es hacerlo lo mejor posible para que esa pequeña criaturita sea la más feliz del mundo. Estás sensible y todo lo que te dicen te afecta muchísimo. Y la gente parece no aprender que las formas importan, que hay que tener mucho tacto y cuidado con una madre que acaba de dar a luz.

Entre las mil cosas que puedes hacer mal está el tema estrella: la lactancia. Supongo que aquí cada madre tiene su historia; la mía es que no he tenido suficiente leche. Y, digan lo que digan las matronas, no todas las mujeres somos iguales, ni física ni fisiológicamente; y tampoco lo son los bebés. Por mucho que lo intentes, puede que la cosa no salga adelante y que tu bebé no coja peso. Y no es culpa tuya. Puede que el enganche sea bueno, que estés todo el santo día con el bebé al pecho y, ni por ésas, produzcas suficiente leche. Pero te aseguro que te culparán y que, hagas lo que hagas, lo harás mal.

Te tocará escuchar que el problema eres tú porque "no te pones al niño al pecho lo suficiente", porque desde luego no hay otra explicación posible al problema. No. Es una verdad universal por lo visto. Estás recién parida/operada de cesárea, físicamente hecha mierda, sin dormir, sin encontrar tiempo para comer o ducharte, culpándote por todo, preocupándote por todo, poniendo siempre a tu hijo por delante mientras tú pasas completamente a un segundo plano... Y todo lo que te dicen te afecta muchísimo.

Y entonces, como la leche materna es lo mejor que puedes darle a tu hijo,  intentas probar diferentes alternativas a ver si consigues que remonte. Unos especialistas te dirán que dejes al niño en el pecho lo que quiera, otros que limites la duración a 20 minutos por pecho porque el niño se cansa. Lo pruebas todo, incluso te pones al sacaleches después de cada toma. Haces todos los esfuerzos que están en tu mano, pero parece no dar resultado. Y, en ese estado, con tus ojeras, con tu culpabilidad... en definitiva, con tu flojera física y psicológica, llega alguien de tu familia y te suelta que "vas a matar a tu hijo de hambre por empeñarte en darle el pecho".

Olé. Lo que me extraña es que no haya más depresiones post-parto... Las hormonas son un chiste en comparación con el bombardeo de opiniones contradictorias que te llegan desde el personal sanitario y tu familia.

Y, por supuesto, aparte de la lactancia hay otras cien mil cosas que puedes hacer mal, las hagas como las hagas. Porque cada quién tendrá su opinión (especialmente otras mujeres que hayan sido madres) y, muchas veces, incluso serán contradictorias. Si coges al niño en brazos, lo estarás mal acostumbrando y, ojo, que los niños son muy listos y te hacen chantaje incluso con menos de un mes de vida. Si, en cambio, lo pones en la hamaquita o en la cuna, mal hecho, porque el niño lo que necesita es estar en brazos de su madre. Con la misma ropa, pasará frío y calor a la vez. Al cambiar el pañal hay que darle crema, darle aceite y no darle nada. Los bebés recién nacidos deben estar en ambientes tranquilos y se les debe hablar bajito, pero a la vez tienen que acostumbrarse al ruido y las visitas. Deben estar con su madre, pero los tiene que coger toda la familia... Y así sucesivamente.

Si algo he aprendido en mi corta experiencia como madre es que lo mejor que puedes darle a tu hijo eres TÚ. Tu amor, tu paciencia, tus mimos... Y nadie conoce a tu hijo como tú. Ni tu madre, ni tu tía, ni tu suegra, ni la matrona. Incluso me atrevo a decir que ni su padre. Me da igual que seas primeriza porque esa criaturita es parte de ti y tú la quieres con locura y aprendes a entenderla. Aprendes cuándo llora por hambre o por sueño, cuándo quiere que la cojan en brazos y cuándo quiere estar con su madre y con nadie más. Cree en ti. Los consejos que sean eso: consejos y recomendaciones. No te culpabilices, porque lo vas a hacer bien. Cría a tu hijo como TÚ creas que es mejor; déjate llevar por tu instinto. El mejor consejo que me han dado desde que soy madre es que hay que relajarse, disfrutarlo y dejarse llevar por la intuición. Y yo añadiría una cosa más: paciencia. Mucha paciencia. La necesitarás más con la familia que con el bebé. Piensa que, en realidad, quieren lo mejor para él aunque no te digan las cosas con tacto. Escúchales, que se sientan partícipes, pero no te dejes avasallar por el "lo sabré yo, que he criado X hijos y están todos aquí estupendamente". Primeriza o no, la madre eres tú y eres lo mejor para tu hijo. Lo vas a hacer bien. Créeme.