domingo, 22 de enero de 2017

Carta a mi amigo expatriado

Hace cuatro o cinco años que te fuiste. Decidiste que tu siguiente paso en la vida pasaba por emigrar y vivir en otro país. No sabes cómo te admiro, incluso te envidio. Vivir en otros lugares es una de las experiencias más enriquecedoras que se pueden tener en la vida. Me alegro mucho por ti. Cada uno tiene que encontrar su propio camino e irlo construyendo paso a paso. Tú estás construyendo el tuyo de una forma valiente, que seguro que te lleva a grandes sitios en tu vida.

Pero te fuiste. Y has cambiado. Es normal, vivir ciertas experiencias nos cambian a todos. Ya no eres la misma persona que eras, pero tengo noticias para ti: yo tampoco. Vuelves de visita a cabo de uno o dos años y esperas que las cosas sigan igual aquí. Que deje todo lo que estoy haciendo por ir a recibirte con los brazos abiertos. Al fin y al cabo has decidido pasar un día de visita. Y quieres seguir haciendo el mismo tipo de planes que hacíamos. Después de un viaje de miles de kilómetros, ¿qué son unos pocos metros por mi parte?

Te entiendo. Y tengo ganas de verte, de que me cuentes tus experiencias y anécdotas. De recordar viejos tiempos. Y, si puedo, haré por quedar contigo. Incluso aunque suponga adaptarme a un plan que no me guste especialmente. Pero no esperes que te ponga por delante de otras personas o eventos que ya tenía planificados. Tú te fuiste. Perdiste ese "derecho".

Igual es más sencillo que todo eso. El tiempo y la distancia ponen a prueba las relaciones. Sé que yo no soy buena en mantener el contacto, sobre todo si supone un esfuerzo. Es cierto que las relaciones hay que cuidarlas, todo requiere mimo y atención. Pero las personas tenemos capacidades y tiempo limitados, así que no nos queda otra que elegir dónde ponemos nuestra atención y nuestros cuidados. Y la vida ya es difícil de por sí como para complicarla de más. Creo que también hay que dejar las relaciones fluir.

Al final el objetivo es ser felices: tú y yo. Juntos o separados. No sabemos qué nos depara la vida ni cuándo se volverán a cruzar nuestros caminos. Estaré encantada de volver a conocerte (o reconocerte). A las distintas personas en las que te vayas convirtiendo. Te presentaré a las personas en las que me vaya convirtiendo yo.

Y mientras tanto, por el camino, dedicaré mi atención a las personas que están aquí, día a día. Que me acompañan cuando tengo un día malo. Que celebran conmigo cada buena noticia. Que por circunstancias, momento de sus vidas o los factores que sean, tienen un camino más "paralelo" al mío.

No es una cuestión de justicia o venganza ni nada por el estilo. Es tan simple como que sólo vivimos una vez y cada segundo de nuestra vida es valioso porque nunca se volverá a repetir. Y yo quiero vivir cada segundo tomando las decisiones que más feliz me hagan. Sin hacer daño a nadie, por supuesto, empezando por mí misma.